El problema del cine Mexicano

"En México no se ve cine Mexicano"



La frase anterior es común; algo que se escucha constantemente en las salas, festivales, concursos y en mesas de cafés. Y en parte es un hecho verificado.
Según los números, en México se realizan mínimo 50 películas al año. Llegando a ser más de 80 comunmente. Pero cuántas de esas llegan a las salas de cinepólis o cinemex.
En carteleras aparecen los títulos que vienen con una gran maquinaria propagandística detrás. La mayoría apadrinadas por Televisa. Películas que repiten una y otra vez la misma fórmula telenovelezca y llegadora (melodramas con finales felices de molde, narco-comedias llenas de sangre o las chichis de la Higareda).
En cambio, las historias novedosas, con visuales impactantes y colores inmersivos se quedan atrás en semanas de exhibición y en ganancias; o simplemente no llegan a ver la luz de la marquesina jamás.

Claro, esto no significa que sean filmes perdidos en el olvido. Éstas películas son las que ganan toneladas de premios en el extranjero, son aclamadas y ovacionadas en Venecia o Sundance.

El -digámosle así- problema aquí, es que esas "pelis" son demasiado mexicanas.

"¿Qué mamada dices?" Algunos piensan, pero es cierto. El mejor cine mexicano deriva de la tragedia y la realidad que vivimos. Es por esto que muchas personas saltan por los títulos nacionales y se van directamente con el Hollywood de siempre.

Puede ser que como mexicanos, que vivimos y sufrimos esta realidad, preferimos sentarnos a ver algo que nos disipe de tales tragedias.
Para qué ver una historia desgarradora de secuestro, cuando tu primo sigue desaparecido desde hace meses. O ver la historia del inmigrante que sufre al cruzar la frontera, si tu tío ya está juntando dinero para el tercer intento de dormir en el sueño americano. Simplemente ya no queremos ver eso, sufrirlo en la vida y sufrirlo en la pantalla, como que no.

En cambio, queremos ir a ver la historia de amor con final feliz, el papá que recupera a su familia o la comedia del rico que tiene que pasar pobrezas. Y nos gustan porque son lo que queremos ver, una fantasía que nos alivie el alma y aligere nuestras penas.
Y muchos "expertos" en cine van a decir que no, que a ellos les gusta el cine transdimensional underground indie chilango, pero ellos no son toda la audiencia.

Tal vez los cineastas mexicanos, deberían empezar a consentir a su país, a sus propios hermanos.
Sí, existe una realidad que a muchos nos gustaría retratar, pero demasiado realismo harta y más en una sociedad donde la realidad supera a la fantasía a diario.
Pero, si Robocop logró retratar la globalización, la violencia de las corporaciones, el abandono de las ciudades por el gobierno y la unión de la gente, en una narrativa de ciencia ficción y acción ochentera las mentes creativas y el talento avasallante de los guionistas y directores mexicanos pueden hacer justicia a nuestra precariedad, dentro de historias llamativas y coloridas.

El simbolismo es la máxima en el cine, ya Kubrick nos ha enseñado, y por tal, el cine mexicano puede dar el salto, de la típica fotografía descolorida de barrio pobre, a un nuevo mundo de imagenes impactantes,  historias llamativas y nuevas, que atraigan la mirada de nuestros compatriotas, que nos demuestren que sí, el contexto nacional tiene sus problemas, pero que también tiene soluciones y que nosotros somos parte de ellas.

El cine es nuestro portal hacia un mejor futuro.




El autor del texto asume toda la responsabilidad de las críticas y opiniones que pueda generar el mismo.

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