Parte 1. Desesperanza

14 de Septiembre del año 2035.
México

Faltan 2 días para la fiesta más importante del país. Una fiesta que ha perdido todo sentido después de que nos robaron la poca independencia que nos quedaba.
Atrás quedaron los días en los que la gente común adornaba con banderas sus casas. Ahora los únicos que se visten "patrios" son los agentes del gobierno y los policías; paseándose por las calles con banderas adornando sus patrullas.

Una tele cada día más cínica, noticieros que hablan de un mundo perfecto sin crimen, donde ignoran los cientos de muertos que hay cada día. Hablan de tiempos de paz, cuando la guerra que los de arriba iniciaron aún continúa, y peor que antes. Hace casi un año que no informan de la situación en otros países; poco a poco dejaron de hablar sobre la invasión gringa a Irán.
Lo último que supimos por internet fué que Corea del norte y China se unieron para apoyar a los iraníes y avanzaban a través de India y Pakistán por tierra y peleaban por dominar el mar Arábigo.
Fuera de eso, los medios no dejan de hablar sobre chismes de los famosos y de la preparación del grito y el desfile de la falsa independencia.

Como si hubieran leído un poco a Huxley, la  nueva dictablanda Mexicana, mantiene embrutecido al pueblo con una "nueva generación de la academia" cada año. Recuerdo como poco a poco, la gente perdía el interés en mejorar y dejaban que el ministerio del pensamiento les remplazara las ideas, por conceptos e ídolos televisivos.

Es mucho y a la vez poco lo que ha cambiado, desde que comenzó el fin...

Aún son vívidos aquellos días en que todo comenzó; éramos jóvenes y teníamos la esperanza de cambiar el sistema. Pero el sistema no puede cambiar, debe ser destruido y volver a empezar.

Empezando el 2013 fué cuando todo empezó a empeorar (y creíamos que no podía hacerlo más).
Todo estaba planeado para marchar en todo el país el 1 de enero, queríamos empezar el año haciendo ruido; y sabíamos que en algún momento tendríamos que atacar o ser atacados.
Pero nadie esperaba que fuera tan pronto.

Su movimiento tenía que ser coordinado como el nuestro, pero todo salió mal.
Al mismo tiempo, en casi todas las ciudades donde hubo marcha, miles de policías empezaron a rodearnos, a infiltrarnos, esperando el momento perfecto.

En algunos lugares tuvieron más suerte que otros, hubo arrestos y golpes pero a nosotros, dicen, nos tocó de lo peor. Empezaron con gases lacrimógenos, nosotros seguimos marchando, luego empezaron los golpes contra los que estaban en las orillas de la marcha, empezaron a arrastrar a unos, muchos desaparecieron ese día. Luego empezaron las balas, después la sangre.

Muy pocos quieren recordar, otros lo han bloqueado de sus mentes, pero la escena era tétrica y triste.
Muchos jóvenes, de mi generación, señoras, ancianos, niños. Amigos y conocidos, tirados en las calles ensangrentados. Muy pocos aún se movian. A los que no se llevaron, los remataron en las calles. A aquellos que pedían compasión los humillaron antes de terminar con sus vidas.

En cuestión de horas, un movimiento que representaba la esperanza, cambio del país, fue desmembrado y aplastado con el único recurso que los opresores tienen, la violencia y la intolerancia...


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